Partería en Costa Rica

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Ser comadrona, no es solo un título, es un estado del espíritu, es un conocimiento intuitivo, un don, una apertura a los otros, una capacidad de responder a la energía que precisa un nacimiento.

Las parteras tradicionales o “comadronas” han sido una parte sustancial de la vida cotidiana de Costa Rica hasta al menos 1970. Todavía muchas de las generaciones de las décadas de 1940 y 1950 recuerdan a esa mujer del pueblo que ayudó a traer al mundo a sus hermanos, sus vecinos y a ellos mismos, en el ámbito familiar de su casa.  Además era una mujer muy buscada por sus servicios como “sobadoras, herbolarias, kinesiólogas o rudimentarias fisioterapeutas.” Pero, en poco tiempo, la tradición milenaria casi se ha extinguido y ha sido reemplazado por la enfermería y obstetricia profesionalizada, a diferencia que otros países centroamericanos.

De acuerdo de los investigadores Marín y Vega (2013), las décadas de 1930 a 1950 fueron muy intensas en la institucionalización de la enfermería y la obstetricia en Costa Rica.  Por ejemplo, entre 1937 y 1940 se creó la Asociación Nacional de Enfermeras y Obstetras, como los nuevos “expertos profesionales” en la atención a la mujer embarazada. Igualmente, con la creación de la Caja Costarricense del Seguro Social (1941) se reforzó la vigilancia sanitaria de las parteras, llevada a cabo por el Ministerio de Salud.  De 1960-1980, las reglamentaciones sobre la partería eran cada vez más estrictas y el parto intrahospitalario ya era universal. En 1997, publicaron el último folleto que enfatiza el deber de la partera “aconsejar a la parturienta trasladarse al hospital y solo en casos de emergencia se atienda el parto en la casa.” En el año 2000, menos del 3% de los partos se atendían en la casa. Nuevas estadísticas del 2018 muestran una exterminación casi completa de esta opción, con menos de 1% de los nacimientos en el domicilio.

“Donde hay mujer no muere mujer”. Mujeres certeras y sabiduría popular, el caso de las parteras en Santa Cruz, Guanacaste: 1930-2000 

(2013,  Lic. Rodolfo Núñez Arias, Dr. Juan José Marín Hernández ,Licda. Blanca Rosa Vega Camacho)

2004: Reunión de Parteras Centroamericanas

En el año 2004, la Asociación Mamasol ayudó a reunir a un grupo de 13 parteras tradicionales de cinco diferentes países centroamericanos para que se conocieran por primera vez, para compartir historias, antes de participar en la Conferencia de la Confederación Internacional de Parteras en Trinidad y Tobago.  Produjimos un documental corto de este encuentro histórico, llamado “Parteras Centroamericanas.” (Puede ver el documental en nuestro canal YouTube Mamasol.)

2006: MAMASOL Participa en Talleres de Capacitación de Parteras Tradicionales

En algunas regiones muy aisladas del país, como en las fronteras, las islas, y los territorios indígenas, no hay instalaciones públicas disponibles para atender partos.  En los lugares donde  no hay acceso a servicios de salud, algunas parteras tradicionales todavía ejercen, y la C.C.S.S. se le pidió a la Asociación Mamasol  que facilite sesiones de entrenamiento para ellas que se identificaron así. Durante varias reuniones, compartimos información y practicamos habilidades básicas en la atención de partos de emergencia, y donamos equipo médico y manuales de partería a cada una.  Esperamos que las parteras se sentían más valoradas, empoderadas, y capaces en su gran vocación de ayudar a las madres. Tenemos la esperanza que las parteras tradicionales existentes sigan sus costumbres y que sean valoradas como parte integral del equipo de atención en salud.

2007: Congreso Internacional para la Humanización del Parto 

En el año 2007, invitamos y auspiciamos  45 parteras tradicionales de todo Centro América al nuestro primer congreso internacional para la humanización del nacimiento llevado a cabo en Costa Rica. Mamasol organizó el congreso de mas de 250 participantes en colaboración con la organización estadounidense Midwifery Today.  Fue una gran oportunidad para que las parteras de diversas zonas se conocieran y se apoyaran.  Mamasol continua muy involucrada en los esfuerzos internacionales para apoyar el trabajo de las parteras tradicionales.

2013: Mamasol da asistencia de partería a las mujeres embarazadas de la comunidad indígena Cabecar 

En la zona de Chirripó y Talamanca, viven familias Cabécares muy alejadas de las clínicas y hospitales, y lamentablemente ya no encuentran parteras tradicionales de su cultura. En esta población, la tasa de mortalidad infantil es 40% más alta que el resto de Costa Rica. Algunas mujeres dan a luz solas en las montañas, y otras se atreven a caminar hacia el hospital más cerca de Turrialba (a veces son 8 horas o hasta 2 días de camino). En el año 2013, una ONG se estableció un albergue temporal para recibir y cuidar a las mujeres embarazadas de la población Cabécar, mientras esperan su parto. Mamasol ayuda con visitas de control prenatal, cursos de preparación al parto, acompañamiento en el parto hospitalario si no tienen ninguna acompañante y se lo desea, cuidados posparto y apoyo en la lactancia.

Entrevista con Doña Miriam Elizondo

Partera Tradicional de Costa Rica.

Cuando llegué a Costa Rica en 1991, después de finalizar mi capacitación en Partería en el estado de California, soñaba con encontrar una partera tradicional  tica y trabajar a su lado. Quedé atónita cuando supe que el 99% de las mujeres del país daban a luz en el hospital, con obstetras-ginecólogos o enfermeras obstétricas. Desde la universalización del sistema socializado de salud en Costa Rica, en los años sesenta, se disponía de clínicas y hospitales prácticamente en todo el país. Las tradicionales “comadronas” o “parteras,” autodidactas que habían ayudado a las mujeres a dar a luz por generaciones, fueron prácticamente forzadas a retirarse con las nuevas reglamentaciones y limitaciones puestas por el Ministerio de Salud. Mientras muchas mujeres recibieron con beneplácito los avances del seguro y moderno modelo de hospital, otras se resistieron al cambio y continuaron golpeando las puertas de las parteras de su comunidad, hasta que nuevas leyes prohibieron estrictamente esas prácticas. La tradición y la sabiduría de las viejas parteras casi ha desaparecido por completo, excepto en algunas áreas rurales del país. Una activa partera, Doña Miriam Elizondo, continuó abriendo su puerta a quienes la buscaban ¡Y todavía lo hace a los setenta y cinco años!

Doña Miriam es querida y respetada por todos en la amplia zona en que se la conoce. Cuando comente a mis vecinos en Turrialba que soy partera, varios me preguntaron si ya había conocido a la famosa partera de Tres Equis, un pueblo rural a 45 minutos de allí. Cuando tuve oportunidad de conducir por las montañas y visitar Tres Equis, todo lo que tuve que hacer fue preguntar a la primera persona que vi en el descuidado camino; todos sabían perfectamente por quién estaba preguntando y dónde podía encontrarla. Doña Miriam Elizondo, o “abuelita”, como es llamada por muchos, era la partera que había ayudado a nacer prácticamente a todos los habitantes del pueblo de 2000 personas. Caminé hasta la entrada de la humilde casa de madera, pintada de verde marino, como muchas casas en Costa Rica. La puerta del frente estaba abierta, pero no había nadie a la vista, Un cartelito con un crucifijo, en la puerta, decía: “Familia Calvo Elizondo. Dios bendiga este hogar”. 

Nunca olvidare mi primera impresión de esa juvenil y simpática anciana dama que caminaba por el costado de su patio, donde había estado alimentando a los cerdos y cuidando su  jardín. Usaba pantalones (la mayoría de as mujeres de edad de Costa Rica solamente utiliza vestidos), tenía las mangas de la camisa enrolladas hasta los codos. Una larga trenza de cabello gris caía sobre su espalda. La pequeña, pero fuerte y alerta figura venía hacia mí, para darme una calurosa bienvenida, sonriente, con los ojos muy vivos. Mientras yo hablaba y me presentaba, ella gentilmente jugaba con sus dedos en mi cabello, poniendo el pelo suelto detrás de mis orejas, como solo las abuelas lo hacen. Tuvimos una hermosa conversación esa tarde; le prometí que pronto volvería para escuchar más de sus historias y, en especial, los “trucos”, del oficio de partera.

Doña Miriam, nacida en 1927, ayudó a nacer un bebe cuando tenía 14 años. Ella dice que heredó el “don” que dios había dado a su abuela, y luego a su madre, que habían servido como parteras y curadoras en sus comunidades rurales antes de que el Costa Rica hubiera establecido un sistema de cuidado de la salud. Ella creció observando y asistiendo a su madre, quien deseaba enseñarle e impulsarla a “observar, escuchar y recordar”. Después de casada, ella tuvo 19 hijas e hijos, entre ellos una pareja de mellizos. Con respecto a ese período de crecimiento de su propia familia y la asistencia de partos a domicilio, ella dice: “Si dormía dos noches enteras, era demasiado. Ella se desplazaba a caballo y por las noches a pie (¡recordemos que existen muchas serpientes en los trópicos!)  para atender a las mujeres que la llamaban, confió siempre en la Virgen de los Angeles (la Santa Patrona de Costa Rica), que cuida de ella, de las madres y de los bebés. A sus setenta y cinco años, ella aún recibe mujeres en su casa, en su mayoría de familias indígenas, que caminan a lo largo de valles y montañas para dar a luz con ayuda de la confiable partera.

Volví a Tres Equis, a hablar con doña Miriam, varias veces; incluso grabé un video de mi última visita. Ella me dijo que es feliz de compartir conmigo su conocimiento y su experiencia, dado que no tiene hijos que se interesen  en continuar su tradición de partera. Doña Miriam sabe bien la diferencia entre partos en casa y partos hospitalarios, y está orgullosa de su trabajo y de su papel en la comunidad. Doña Miriam se llama a sí misma “naturalista”, y encuentra ridículas muchas de las rutinas en los hospitales. Con base en nuestras conversaciones, he tratado de dar una visión general de lo que involucra su práctica.

Cuidados pre-parto.

Doña Miriam explica que a ella le gusta ver a la mujer embarazada al menos tres veces durante la etapa prenatal, una vez por trimestre, y una vez más una semana antes del nacimiento, para estar segura de que el bebé está bien colocado. Ella asegura que siempre puede decir cuándo una mujer está embarazada, y de cuánto tiempo está, solamente mirándola. “Una lo sabe por experiencia; una puede decirlo”. Ella me recuerda que la orina de una mujer embarazada es “el peor veneno de todos”, y puede matar a una serpiente. En cada visita, ella observa el vientre de la mujer, y utiliza sus manos para sentir el tamaño y la posición del bebé. Habitualmente, puede decir con precisión si es un niño o una niña.  Admite que sus predicciones no se basan en nada en particular: “Sólo mis tontas ideas”, y añade: “Incluso los médicos con sus ultrasonidos no pueden decirlo, pero ellos mienten y actúan como si lo supieran.”

Doña Miriam es bien conocida por su uso especial de la tradicional técnica de masaje Costarricense conocida como “la sobada”. En cada visita, ella unta sus manos con aceite de cocina o manteca de cerdo, y suavemente las pasa sobre el útero, para contribuir a una posición fetal óptima. Ella advierte si el ombligo de la madre está torcido o movido en una dirección, y ayuda a acomodar el bebé en una posición central, más equilibrada. Ella dice que hay doctores que están menos entrenados con sus manos que algunas veces la llaman para ayudarlos. Se recomienda que se mantenga el bebé en una buena postura y se sugiere a las mujeres que alternen los costados cuando duermen, y que se ciñan un paño alrededor del vientre para soportarlo durante el día. Eso ayudará a aliviar los calambres en las piernas y el dolor de espalda, y acelerará el nacimiento, de acuerdo con una partera experimentada. Doña Miriam dice que escucha los latidos del corazón del feto en cada visita, sólo poniendo su oído junto a él: “no uso ningún instrumento”. Sobre todo, dice, en las visitas prenatales dedica bastante tiempo a la conversación, hace bromas y cuenta historias la mujer. “Si la mujer ve que usted tiene confianza en ella, tendrá confianza en usted.”

Las recomendaciones de dietas son importantes para Doña Miriam; incluyen comer bastante sopa de frijoles negros, yemas de huevo (“no la clara; comerla en exceso puede causar edema”), leche, queso, bananos, guineo negro, naranjas, mangos, plátanos (“buenos para los pulmones y el cerebro”), espinaca y cebollas (“especialmente en las últimas semanas, cuando realmente ayudan a suavizar y estirar el cuello del útero”). El apio debe evitarse, porque es abortivo. No podría decir si ella fue instruida sobre las diferentes vitaminas, proteínas, hierro, calcio, etc., que se encuentran en esos alimentos, pero ella asegura que tiene algunas sugestiones sobre nutrición. Comparte algunos de sus remedios para molestias pre-parto: “cáscara sagrada”, té de hierbas con azúcar, o levadura de cerveza con leche condensada endulzada para aliviar las náuseas y vómitos; lavados con agua caliente con ácido bórico o bicarbonato de sodio para síntomas vaginales; jugo de melón y piña para los riñones; culantro silvestre para la anemia; té de jengibre, zacate de limón y tomillo para congestiones nasales; güitite y madero negro para erupciones cutáneas; gavilana para la diabetes (“azúcar en la sangre”). Doña Miriam tiene muchas de esas útiles hierbas en su jardín, como buena parte de las familias en el campo. Las mujeres de Costa Rica, que son las principales responsables en el cuidado de la salud de sus familias, siempre dependieron de los remedios naturales en el pasado, porque eran pobres y las medicinas eran difíciles de conseguir. A pesar de que la economía y el sistema de cuidado de la salud en el país han mejorado sensiblemente, mucha gente todavía prefiere los remedios caseros probados por el tiempo.

Cuidado del Parto

Doña Miriam estima que ha atendido más de 2000 nacimientos en su vida, que han incluido diversas situaciones complejas, como mellizos, partos pélvicos y de pie, distocia de los hombros, hemorragias postparto, y un caso de prolapso uterino completo; asegura que nunca ha tenido casos fatales. Desde que el Ministerio de Salud se hizo cargo de la regulación de la práctica de las parteras empíricas, ella reportó algunos casos de “alto riesgo” para ser atendidos en el hospital de Turrialba. Sin embargo, durante los primeros años, cuando ella practicaba sola y sin ayuda en las áreas rurales pobres alrededor de Tres Equis, tenía una gran fe en que “Dios trabaja a través de sus manos”, y esa fe la ayudaba a tener la valentía y habilidades para manejar con éxito todas las situaciones que se le presentaban.

Le conté a Doña Miriam mi plan de trabajar en Turrialba como partera, y construir para las mujeres un centro de partos, tipo hogar, para que ellas tuvieran una alternativa al hospital público. Ella comentó: “Si ellas prefieren quedarse en su casa, usted debe de ir hacia ellas. Porque, vea usted, una mujer, en el momento del parto, debe de estar en el lugar donde quiere estar (…) Es una elección personal donde ella quiere estar.”

También cree que, en su parto, las mujeres no deben de tener alrededor  suyo demasiada gente. Ella puede permitir que su esposo permanezca en la habitación, si él así lo desea; pero las demás personas deben dedicarse a ayudar con recipientes de agua y toallas, con agua hervida, y preparar alimentos. De esa manera, la parturienta puede estar “tranquila.”

Tuvimos una animada discusión sobre los trabajos del parto; ella criticó apasionadamente a las nuevas generaciones de mujeres, y también a los administradores de la salud, que han olvidado que deben seguirse las reglas de la naturaleza y respetarse las características del cuerpo femenino durante los partos. Ella se reía al recordar cómo las jóvenes de hoy son totalmente “inútiles” y se quejan de cualquier molestia o dolor. Decía que no podía entender por qué en el mundo se “corta” a las mujeres rutinariamente (el 100 % de las primerizas es sometida a una episiotomía); considera el “piquete” un grave maltrato para la mujer. “Esa parte se estira magníficamente, como un elástico”. 

Todas las mujeres que acuden a Doña Miriam saben con qué energía ella se opone a los remedios caseros para inducir el parto. Siempre enseña a las mujeres embarazadas a no tomar nunca la tradicional “esencia de Coronado” ni la manzanilla para provocar el parto, porque pueden causar a la mujer hemorragia postparto. Un remedio para el parto que ella defiende, sin embargo, es la hierba altamisa Una vez que la mujer ha comenzado las labores de parto, Doña Miriam le prepara un té caliente de esa hierba que, dice ella, está garantizada para calmar los nervios de la mujer y acelerar su parto. Kay (1996) señala que la altamisa (conocida también como ajenjo o artemisa) ha sido utilizada, a lo largo de la historia, para “las condiciones de las mujeres”, regular la menstriuación y estimular el parto. Dice también esa autora que el nombre genérico puede derivar del griego “Arterias, diosa de las mujeres”. ¡Es impresionante cómo el conocimiento de las propiedades de las hierbas es descubierto y transmitido a lo largo de diferentes tiempos y culturas!

Junto con la altamisa, otros elementos que Doña Miriam carga en su maletín de nacimientos son: guantes de hule, jabón, alcohol, iodo, algodón, aceite de cocina, toallas y sábanas, tijeras, hilo, cinta métrica y balanza.

Está claro que ella es cuidadosa de las medidas sanitarias y de la prevención de infecciones. Explica su proceso de preparación del hilo umbilical por sí misma; prefiere las fuertes fibras de los tradicionales sacos de café para atar el cordón umbilical. Ella hierve cuidadosamente las piezas de hilo y luego las sumerge en alcohol durante dos días, antes de cortarlas en pequeñas tiras que guarda para los partos. Cuando le pregunté específicamente sobre su técnica de sujetar y de cortar el cordón umbilical, ella rió y me dijo: “Yo no tengo prensas, mamita”. Doña Miriam se inclinó sobre mí y me mostró con sus fuertes, arrugadas y hermosas manos exactamente cómo ella mide, ata y corta el cordón. “No sé si ustedes lo hacen en tu país, pero yo siempre quemo el final con una vela encendida. También paso agua bendita por la cabeza del niño y lo bendigo, si los padres me lo permiten.”

Cuidados del postparto 

Entre los procedimientos postparto que Doña Miriam considera importantes se incluyen: mantener a la mujer descansando, con sus piernas cerradas y levantadas sobre almohadas, para disminuir el sangrado; servirle un ponche de chocolate caliente, preparado con cocoa, leche, yema de huevo, azúcar y un toque de licor, para “calentar su cuerpo y darle calorías”. Si bien la mayoría de la gente ya ha abandonado la práctica, ella todavía cree que la placenta debe ser envuelta en papel y enterrada en un hueco seco, luego rociada con cenizas (de la cocina de leña), para mantener a la mujer saludable y prevenir entuertos (retorcijones de estómago, coágulos de sangre que se pegan en el útero, infecciones). Cree también que ciertos comportamientos, como caminar en sandalias o descalza, bañarse con agua fría, recibir corrientes de aire o mojarse bajo la lluvia, pueden provocar complicaciones de postparto, tabúes muy comunes en la cultura costarricense. Después del nacimiento, ella siempre masajea al bebé con aceite para realinear su cuerpo y pide a la mujer que lo amamante inmediatamente. Ella no cree, como muchas mujeres en Estados Unidos, que sea necesario ningún suplemento alimenticio. “! Esa leche que sale primero vale muchísimo!”, dice. Amamantar a los niños durante varios días es recomendable, pues trae beneficios para una larga vida.

Con solamente cuatro años de educación primaria, la experiencia vivida por Doña Miriam Elizondo ha hecho de ella una talentosa y sabia partera. Yo estoy sorprendida de lo parecidas que son sus creencias y prácticas a las parteras profesionalizadas de mi tiempo y cultura. Y ella  se sorprendió de que yo hubiera tenido que pasar once años en programas educativos formales para recibir la credencial de partera. En mi contexto, el moderno conocimiento de la fisiología del embarazo y complicaciones del parto, así como la comprensión de las actuales tecnologías y de la farmacología son fundamentales para la educación y la práctica de las parteras. Pero los elementos esenciales de la práctica obstétrica son los mismos; trascienden todas las diferencias en tiempo y cultura: estar “con las mujeres”, respetar sus elecciones, confiar en la naturaleza, monitorear la salud y el bienestar de la madre y el niño durante el embarazo, prevenir complicaciones, proteger su seguridad y supervivencia en el parto, recibir al recién nacido con manos gentiles y promover la salud en nuestras comunidades.

Estoy muy agradecida por haber tenido la oportunidad de conocer y aprender de esta notable mujer; estoy inspirada por su espíritu, compromiso, resistencia y fe.

Referencias

Costa Rica. Ministerio de Salud y Caja Costarricense de Seguro Social. Mayo de 1997. «normas para el Control y Seguimiento de la Partera».  San José. Costa Rica.

Kay, M. A. 1996. Healing with plants: in the American an Mexican West. Tucson, Arizona. University of Arizona Press.

Miriam Elizondo Arroyo. 2001. Entrevista personal. Tres Equis, Costa Rica.

NOTA POS DATA: Rebecca y Doña Miriam mantuvieron su relación estrecha y amorosa en Turrialba hasta agosto del 2022, cuando Doña Miriam falleció, a la edad de 99 años.

“The Last Partera”

A documentary film project by Victoria Bouloubasis, Ned Phillips, & Bradley Bethel

Las que en vida fueran

Existe una gran ausencia de documentación de la historia y de los conocimientos de los tradicionales trabajos femeninos de Costa Rica. En años recientes, han salido proyectos de investigación para rescatar y valorizar estas mujeres valientes y su sabiduría, antes de que se desaparezcan.

“Las que en vida fueran” es un documental de Xabier Irigibel Uriz y José Arce “Chisco” que rescata la vivencia, los saberes y las prácticas de las últimas parteras tradicionales de Costa Rica, quienes durante centenares de años, atendieron partos en los hogares de las mujeres embarazadas.

La película, es construida a partir de los relatos de 5 parteras, rescatando las reflexiones en torno a la ruptura de linajes de conocimiento y la medicalización de la vida. «Las que en vida fueran» es una producción de Rescoldos, y tiene una duración de 26 minutos.

Miriam Elizondo Arroyo

92 años. Es por lo menos, la cuarta generación de mujeres parteras en su familia. Ninguna de sus 19 hijos/as quiso continuar con la tradición. Su primer parto lo realizó a los 14 años, desde entonces, ha atendido a 2208 mujeres sin que ninguna de ellas haya muerto. Sus relatos generan la reflexión en torno a la ruptura entre generaciones de vida y visiones de mundo.

Rosa Carvajal

Ella nombra a cada una de las parteras de su provincia ya fallecidas. Ella es la última y con 83 años de dignidad, refiere que si las leyes se lo permitiesen, todavía hoy atendería partos. Oriunda de Esparza, Rosa escenifica la extinción de la partería y de una forma de vida.

Santos Rodríguez

Las infinitas arrugas de su cara y los párpados caídos de sus ciegos ojos, escenifican el declive, decadencia y la inminente desaparición de las huellas del oficio más antiguo de la humanidad. Con 92 años y una brillante memoria, Santos describe el uso de las plantas, los ungüentos y los sobijos. Los paisajes de su caserío, nos remiten a la Costa Rica de los caminos y trilleros. Doña Santos falleció en marzo del 2013, un mes después de haberla entrevistado. Está enterrada en el Cementerio de Silencio, comunidad de Guatuso.

María Agustina

Ella es la partera de San Juanillo, Guanacaste, 83 años. Líder de diferentes movimientos sociales en su comunidad, nos presenta a la partera como uno de los personajes de mayor importancia en las comunidades. Sus reflexiones y su autocrítica en torno a las prácticas que desarrollaban, ilustran la tensión de las creencias ancestrales y los rituales mágicos, en contraposición con la racionalidad médica.

María Francisca

Ella ha atendido a 505 mujeres en labor de parto. . Oriunda de Aguas Zarcas de San Carlos, sus 83 años de experiencia le permiten describir la distancia entre el pasado y el presente. Esta agricultora orgánica, ordeña cada mañana a mano 4 vacas. Desde su huerto, denuncia la medicalización de la vida y proclama la importancia de un aire limpio y de un agua limpia para vivir un embarazos y partos saludables.