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Nuestra historia

La Asociación Mamasol cree que todas las mujeres merecen atención durante el parto que sea segura, satisfactoria, que respete la dignidad humana y que promueva la auto-determinación y salud integral de la mujer.

En el año 2000, un pequeño grupo de activistas que compartían una visión para transformar el modelo existente de nacimientos medicalizados y dominados por los hombres, formaron una organización no-gubernamental y no-lucrativa (originalmente llamada Asociación Primal).

En el Día Internacional de la Salud de la Mujer del 2001, lanzamos nuestra campaña para la Humanización del Parto y del Nacimiento en Costa Rica, mediante la producción y diseminación de folletos informativos, comunicados de prensa y presentaciones sobre los derechos de las mujeres durante el parto, así como evidencia actualizada sobre los procedimientos obstétricos rutinarios.

Desde esa fecha, continuamos trabajando sin descanso en una variedad de proyectos, los cuales esperamos ayudarán a producir un cambio.

Antecedentes

Desde 1985 la Organización Mundial de la Salud elaboró una serie de recomendaciones para disminuir el intervencionismo y las complicaciones en el parto (WHO). Señala que en muchos países la institucionalización del parto ha culminado en rutinas y procedimientos riesgosos, y que la presencia de desconocidos y estar sola o «abandonada» durante el parto causa estrés, que interfiere con el progreso de la labor del parto, provocando «una cascada de intervenciones». Dicha descripción es muy apta para el parto en Costa Rica actualmente.

En Costa Rica hay más de 87,000 nacimientos al año (Estado de la Nación, 1998). Casi todos son atendidos en hospitales e intervenidos con prácticas rutinarias que la OMS recomendó en 1985 que se elimine: enema, restricción de comida y líquidos orales, infusión intravenosa, posición supina durante la labor, uso de oxitocina para acelerar el parto, posición de litotomía durante la etapa expulsiva, uso de estribos, esfuerzos sostenidos y dirigidos durante el segundo estadio de la labor, episiotomía de rutina, estiramiento del periné durante el segundo estadio de la labor, inducción del parto o cesárea por razones sociales o por conveniencia, entre otras (WHO, CCSS).

Lejos de propiciar condiciones agradables para este momento fundamental de la vida humana, buscan cumplir con promedios de tiempo y control, que desnaturalizan el proceso y ha resultado en el incremento en la dependencia a las intervenciones médicas de parte de los proveedores de servicios, y las usuarias también.

El parto hospitalario no es tan seguro como mucha gente cree. Estudios en Holanda, Inglaterra, Canadá y Estados Unidos (y otros países) se han demostrado que se puede mejorar los índices de salud materna cuando la mujer protagoniza su parto en un ambiente de tranquilidad y respeto para los derechos y necesidades individuales.

Además se ha probado que el nacimiento puede producirse de forma segura en centros de partos o en casa también, y que el modelo de atención ofrecido por parteras profesionales, que respalda y protege el proceso normal del nacimiento, es el más apropiado para la mayoría de las mujeres durante el embarazo y el parto. (Campbell, Kitzinger, Olsen, Tew, Thomas, Trees, UNICEF, WHO, Enkin, Haire)

La alta tasa de complicaciones e intervenciones en los partos en Costa Rica se debe a la escasez de ambientes apropiados para parir, además las mujeres costarricenses han aprendido a callar y aceptar el trauma como un mal con el que hay que vivir.

En realidad, muchos son los factores que impiden a las mujeres protagonizar sus partos, como por ejemplo, el escaso conocimiento sobre sus cuerpos, la impotencia aprendida desde toda la vida, las creencias culturales en cuanto la autoridad médica y la importancia de seguir las normas institucionales. Encima de todo eso, las personas prestatarias de servicios tienden a una comunicación vertical, es decir se disuade a las mujeres a opinar y participar en el parto.