Dando a luz con placer , el nacimiento de Valentina

Contar un poquito de mi parto es como volver a revivir los momentos más mágicos y transformadores de mi vida, de estar a merced de la naturaleza. La decisión de tener a mi segunda bebé en la casa fue tomada después del parto de mi primera hija, que fue con una partera en un hospital en EEUU y lleno de intervenciones, frustraciones  y dificultades en la lactancia. Desde entonces, estimulada por mis amigas de Brasil (soy brasileña) que tuvieron sus partos naturales en hospital o en casa de forma muy humanizada, empecé a buscar información, a investigar, y el parto en casa era lo que quería vivir. Claro, tenía un “plan B, C y D”.

Pero mi ginecólogo, cuyas dos hijas nacieron en casa, me decía que todo iba estar bien. También me acordaba de que mis abuelas y bisabuelas habían tenido a todos sus hijos en la casa, sin “plan B” pero sí con una partera linda…

Tenía mucho conocimiento de todo el proceso, tanto por conversaciones que había tenido con Marie (mi partera y amiga linda y también por cursos que tomé de lactancia y para doulas). Así que cuando empezaron las contracciones yo pensé que eran las de Braxton y no les di mucha importancia, no eran dolorosas, eso fue a las 19:00 del día 18/5/12.  A las 21:00 ya estaban más constantes y después de poner a dormir a mi hija mayor, le pedí a mi esposo que anotara la frecuencia y estaban cada 4 minutos. A las 23:30 ya estaban cada 3 minutos y eran más dolorosas, así es que decidí  llamar a Marie para que se preparara porque parecía que ya era el día.

Marie llegó a la media noche del día 19/5/12, subió a mi habitación, me abrazó. Mi esposo, Gino, y  ella trajeron la piscina y empezaron a llenarla, junto con mi hija mayor que se había despertado por tanto movimiento en la casa. Recuerdo estar caminando, Marie empezó a hacerme masajes en los pies porque se lo pedí, traté de cambiar a otras posiciones pero sentada y “brincando” suavemente en mi cama fue la mejor que encontré. A las 2 de la madrugada llegó Rebecca y las dos me masajeaban, me ayudaban a controlar las respiraciones y vocalizaciones durante las contracciones, y a las 2:30  más o menos me acuerdo que hicieron un tacto, EL ÚNICO de todo mi embarazo, y estaba con 4 cm. En este momento pensé qué tendrían en la cabeza porque las contracciones estaban muy seguidas y muy fuertes y dentro de mí pensé que tendría por delante unas 12 horas más de labor de parto.

La piscina ya estaba llena, yo la miraba y entonces les pregunté cuándo podría entrar, y me dijeron que cuando yo quisiera. Yo sabía que no podría entrar en una fase muy temprana porque a veces lo que pasa es que las contracciones disminuyen y con eso también el trabajo de parto,  pero las miré y  les dije que después de la próxima contracción y así lo hice y QUÉ MARAVILLA. Con el agua tibia ya no había dolor intenso, y me acuerdo de sentir mi cuerpo tomado por una sensación maravillosa, no sabría decir si fue un orgasmo pero se sentía rico y pensé que necesitaba ir al baño. Se los dije y ellas me dijeron “No, Vivi,  ya vemos la cabeza”. Yo no lo podía creer, sentí que no estaba lista para un parto tan rápido.  De repente ya no tenía más dominio de mi cuerpo, el proceso de expulsión fue guiado por mi sabiduría animal porque yo sí me acuerdo de estar muy consciente y pensaba “no quiero pujar” pero no podría asegurarlo. Sentí como si algo me quemara, pero Marie y Rebecca me tranquilizaban y me decían que todo estaba muy bien.

A las 4:00 nació Valentina. La tomé y la puse sobre mi pecho y ahí se quedó,  ¡tomando pecho por 20 horas seguidas! Cuando esperábamos que saliera la placenta lloró un poquito y mi hija mayor se puso a llorar de la emoción. Sí, mi hija y mi esposo la vieron nacer, ¡ahí mismo en nuestro cuarto! Mi leche bajó 30 horas después del parto y tuve ayuda de  Waleska, de la Liga de la Leche, y todo fue muy tranquilo y lindo, ¡mucho más intenso y lindo de lo que había soñado! Si pudiera lo haría una y otra vez, que Dios bendiga a las lindas parteras, comadronas o cualquier nombre por el que se les llame.